— Pero que yo no quiero saber la hora.
— Y entonces para qué me la pregunta.
— Preguntarle el qué.
— La hora.
— La hora se pide o se da, no se pregunta. Y yo no le he preguntado nada.
— Me ha preguntado que qué hora es y por eso yo se la he dado. No estoy loco.
— Pero ahí no aparece.
— ¿Que no aparece el qué? Me enerva.
— Que no aparece mi pregunta, le digo. Así que podría acusarle de inventor o mentiroso y tendría las de ganar. O llevarle a juicio y ganarlo también.
— ¿El juicio?
— Ganarle el juicio, sí.
— ¿Me está diciendo que la conversación la hemos empezado empezada?
— Si quiere verlo así...
— ¿Y ahora por qué se subraya?
— Antojo.
— Es usted la peor persona que yo haya conocido jamás.
— Antojo.
— Es usted la peor persona que yo haya conocido jamás.
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