12 feb 2011

Ovejos.

- Illa Rocío, ¿tú te acuerdas por casualidad de los quinientos euros que me debes?
- ¿Qué?
- Me has escuchado.
- No, de verdad, que estaba en otra cosa.
- Pues yo te lo repito, no pasa nada: me debes quinientos euros reales y todavía no he visto un céntimo. ¿Seré yo el impaciente o... ya van siendo exagerados los dos años que han pasado desde que te los presté? Además... que te los di en calidad de amigo y voy a tener que recogértelos de mala gana, ¿tú te crees?
- ¿Me están hablando a mí? ¿Quién es? ¿Holi?
- Me tienes que devolver el dinero ya, Rocío. Pero ya.
- No le escucho porque hay mucho ruido rebotado en el ambiente o interferencias. Hablamos otro día -se empieza a ir-. ¡Además, que la cobertura tampoco es la mejor! ¡¡¡Nos vemas!!!
- ¡Pero que te estoy hablando a la cara! ¡A la cara de carne, ¿qué coño me dices de coberturas?! Me estoy poniendo nervioso y sí que te vas a tener que ir, ¡pero por tu bien!
- Mira... Raúl. Soy pobre. Lo quieras aceptar o no, soy muy pobre. No te puedo pagar con dinero. Te puedo pagar con ovejas.