1 sept 2012

Atraccién fatal.

- Dos segundos antes de habérsele imantado la cara y tres después de aquello, a tu amiga le entró como prisa y empezó a caminar un poco más rápido. Quizá es que realmente la situación lo requería: en ese período crítico cuarenta hombres, todos con iguales intenciones y similar apariencia, empezaron a rodearla como si fueran abejas y ella néctar, como si mosquitos y ella sangre o luz; como si Marte y ella Sol. Tu amiga, creo que sola y aparentemente sin necesitar mi ayuda, se deshizo de trece. Otros dos la amaron, cinco la acusaron de falsa diosa y se marcharon, uno le hizo una foto y dos la fecundaron. Otro la penetró sin éxito. El resto se desvaneció con los ácaros y el polvo y al poco ella murió, ¡es que parecía necesitarlo! Los bebés nunca crecieron, claro. Yo luego he venido a contártelo porque me parecía muy fuerte.
- Vaya jaleo.
- Pues sí.

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