— ¡Hoy hace un viento absurdo, ¿no cree?! —rocía con un spray específico la cara de otra señora—.
— Quién eres y por qué.
—Tome mi tarjeta —alarga la tarjeta pero no la mano—. Mi nombre es Arcadia Tenaz y vendo enciclopedias o lo que usted quiera que yo venda.
— Pues no la voy a engañar, por lo que sea quiero todo lo que usted quiera venderme ahora mismo —en lugar de pupilas tiene como unas espirales que giran muy mal, hechas como con PAINTS—.
— Para venderle objetos necesito un adelanto, aquí y ahora, de mil euros. O la cifra que usted considere oportuna. En fin, todo lo que usted lleve encima mejor.
— ¡Es usted una pródiga, si significase algo! —le da cinco billetes de siete mil euros—. No tengo más aquí suelto, me desplace. Ahora demando mis ítems.
— Soy la diosa de las ventas. Mi nombre es Arcadia Fatal. Tome —le da otra vez su tarjeta y unas canicas—.
— Necesitaba esto, no necesitaba Otra Cosa. Un beso y un saludo.